domingo, 13 de junio de 2021

 

Hola, Ma!

A veces me pregunto cuándo dejaré de lagrimear al pensarte.

Hoy me vacuné, primera dosis de la Sputnik. Dicen, que no podré entrar a la Unión Europea con mi certificado de vacunación. Ni siquiera saben qué me darán como segunda dosis, porque Rusia no tiene la producción necesaria para abastecer a los países dónde la vendió.

Tu hijo favorito cree, que podré visitarlos igual, a lo sumo me tendré que hacer un hisopado antes de viajar, veremos… Solo me faltan los euros, pequeñísimo detalle económico, que me atará a mi ciudad por un largo tiempo.

Pero volviendo a la protección contra el covid y sus mutaciones, dicen los que saben, que papá nos dio un plus de defensas al contagiarnos del bicho que se pegó en el hospital. Ese, que se lo llevó a tu lado, que le dio el descanso que necesita de una vida, que ya no era su vida. Hasta ese punto llegó protegiéndonos. Qué groso el OSO, ¿no?

Es un domingo soleado, un día cálido de otoño. El día ideal para agarrar mis sábanas y mis toallones, meterlos en tu lavarropas mientras preparás el almuerzo. Dejar, que papá cuelgue todo para que no se arrugue, de esa forma que él considera, que es perfecta y nosotras dejamos que lo piense solo para disfrutar de esa pequeña charla, que él no escucha.

Extraño nuestros domingos, extraño las sábanas que se secan al sol y no necesitan planchado… Los extraño en cosas tan pequeñas e insignificantes como en las que me abrazan en este momento, cuando un par de lágrimas se escapan por debajo de mis lentes.

Te mentí Ma, no es a veces. Cada día me pregunto cuándo dejaré de lagrimear al pensarte.

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